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jueves, 27 de agosto de 2009

Notre-Dame-du-Haut , Ronchamp

La capilla de Notre Dame du Haut, en Ronchamp, Francia, conocida informalmente como Ronchamp, fue construida entre 1950 y 1955, es una creación del arquitecto francosuizo Le Corbusier, y uno de los ejemplos más importantes y más acertados de la arquitectura religiosa del siglo XX.

La capilla en Ronchamp es singular en el estilo de Le Corbusier, en este edificio se sale de sus principios de estandarización y de la máquina estética, dando lugar a una respuesta sitio-específica. Por propia admisión de Le Corbusier, era el sitio que proporcionó los lugares geométricos necesarios para la respuesta, el horizonte visible en los cuatro lados de la colina y su herencia histórica como lugar de adoración. Le Corbusier también detectó una relación sagrada de la colina con sus alrededores, las montañas del Jura en la distancia y de la colina misma, dominando el paisaje.

La naturaleza del sitio dio lugar a un conjunto arquitectónico que tiene muchas semejanzas con la Acrópolis, desde el ascenso en el fondo de la colina hasta los eventos arquitectónicos y de paisaje a lo largo del camino, no se puede ver el edificio hasta que no se alcanza casi totalmente la cima de la colina.

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viernes, 21 de agosto de 2009

Banco de Londres

Clorindo Manuel José Testa (Nápoles, 10 de diciembre de 1923), es el arquitecto argentino más importante de la segunda mitad del siglo XX, expresado por su trayectoria, la importancia de las obras, la originalidad de su diseño y la concreción de sus obras siempre por concurso y competición con sus pares. Es además un artista plástico de trayectoria permanente en la segunda mitad del siglo XX.


Realizó obras representativas de la arquitectura argentina como la Biblioteca Nacional de la República Argentina en Buenos Aires o el Banco de Londres en Buenos Aires, siendo este último banco uno de los ejemplos bancarios más importantes del mundo, por su carácter plástico e innovador, siendo el mejor exponente a fines de los años cincuenta del movimiento brutalista mundial en Sudamérica.

Durante su carrera posterior este arquitecto siguió sin adherirse a modas, o estilos internacionales, y creó siempre una arquitectura muy personal que nace de las consideraciones del contexto a intervenir influenciado por el color, las tensiones, las metáforas, y la plasticidad.

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viernes, 14 de agosto de 2009

Museo Ara Pacis

La ciudad romana, completa y modélica, dirige hacia ella las raíces de las ciudades contemporáneas. Roma creó un equilibrio integral urbano: el que muestra una colección exquisita de edificios, sitios públicos y monumentos que sostienen un diálogo mucho más que milenario. Según Juan Vicente Boo, el Coliseo, los Museos del Vaticano y el Museo Ara Pacis son los tres sitios más visitados en Roma. El Ara Pacis es una obra de 11 x 10 x 4,6 metros erguida en mármol de Carrara y cuyas fachadas contienen exquisitos relieves. El altar se proyectó sin cubierta. Se accede a él por una escalinata y posee dos puertas: una frontal para el sacerdote, y otra posterior para los animales que se sacrificaban. Dos mil años después, el Ara Pacis debió ser protegida y contenida dentro de un edificio-museo. En 1938, el arquitecto Vittorio Morpurgo realizó una obra similar. En esta ocasión se realizó un edificio provisional para que el dictador Benito Mussolini pudiera inaugurar la obra. Esta cobertura arquitectónica se deterioró con el tiempo, y, en 1995, el Ayuntamiento de Roma decidió proyectar una obra idónea para conservar el altar. Surge entonces el Museo Ara Pacis, encargado “a dedo” por Francesco Rutelli al arquitecto estadounidense Richard Meier, ganador del Premio Pritzker en 1984.

Como era predecible, Meier concibió una obra luminosa y principalmente blanca, aunque en esta ocasión combinó el blanco con el mármol, como hizo en el Getty Center (Los Ángeles, Estados Unidos, 1997). La obra romana –objetada por los conservadores– se inauguró el 21 de abril del 2006 y quedó bajo la dependencia de la Dirección de Bienes Culturales y de la Oficina de la Ciudad Histórica de Roma.

Meier había aplicado ya la fórmula de contrastar un edificio contemporáneo con la historia cuando proyectó el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), ubicado en el barrio del Raval e inaugurado en 1995. Ambas obras contrastan con las zonas históricas donde se implantan, y una amplísima cantidad de personas los visita. En Roma, Meier contaba ya con una obra simbólicamente importante: la iglesia del Jubileo (2003). Esta pieza se ubica en Tor Tre Teste, en las afueras de Roma, y posee paredes blancas, curvas e iluminadas con una exquisita luz cenital.

Meier dentro de Roma. En el Museo Ara Pacis, el arquitecto estadounidense proyecta un espacio público conformado por una escalinata que recuerda el ascenso de los sacerdotes en el Ara y crea una fuente que remite al antiguo puerto de Ripetta. En el ingreso al museo se colocó una columna distanciada del altar en la misma medida que separaba el altar del obelisco de la meridiana principal en la era de Augusto.

El proyecto de Meier organiza sus 4.200 m2 en tres áreas funcionales: museo, salas de multimedios y oficinas. El diseño considera las irregularidades del suelo y abre su cubierta a la luz natural con sofisticados cristales temperados que se limpian solos. Estos vidrios poseen dos capas de 12 mm de espesor y contienen gas argón entre ellas. La luz es fundamental en la obra, y el blanco característico de Meier potencia las calidades del contraste urbano y la luminosidad interna.




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Maquetas de Arquitectura


Las maquetas de arquitectura son un puente que se tiende entre las ideas y la realidad. Con ellas se consigue visualizar, de forma tangible, el espacio arquitectónico y todas las posibles combinaciones de volúmenes, colores y texturas, es decir, las consideraciones básicas de todo proyecto. Wolfgang Knoll y Martin Hechinger explican en este libro, de forma amplia y detallada, cuales son los materiales y técnicas habituales necesarios para la ejecución de una maqueta en cualquier fase del proyecto. Cada capítulo está ilustrado con numerosos ejemplos que muestran distintas formas de representación y desarrollo de las ideas arquitectónicas mediante maquetas. Los interesantes consejos prácticos hacen de este libro una herramienta fundamental tanto para principiantes como para expertos.


Contenido:

Prólogo

1 - Introducción
2 - Tipología
2.1 - Maquetas topográficas
2.2 - Maquetas de edificación
2.3 - Maquetas especiales
3 - Material y Herramientas
3.1 - Los Materiales
3.2 - Las Herramientas
3.3 - Las Máquinas
4 - El lugar de trabajo
4.1 - El lugar de trabajo para el comienzo
4.2 - El taller ampliado
5 - La preparación del trabajo
5.1 - Relación de los conceptos más importantes
6 - La construcción de cada una de las partes
6.1 - La base
6.2 - El terreno: forma y estructura de la superficie
6.3 - Construcción de maquetas de yeso
6.4 - La edificación
7 - Ejemplos
8 - Objetos que dan una idea de la escala
9 - La maqueta como práctica formal

Autor: Knoll, Hechinger
Edición: 5ta Edición
Número de Páginas: 130 Páginas
Idioma: Español



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miércoles, 5 de agosto de 2009

Museo Frieder Burda

El Museo Burda comenzó a ser gestado en el año 2002, cuando el coleccionista de 68 años, Frieder Burda, decidió que era momento de compartir sus adquisiciones. Teniendo en mente el destino geográfico para la ubicación de su colección, así como el tipo de edificio que necesitaba para llevarlo a cabo, viajo hacia los Estados Unidos. Allí fue directamente a encontrarse con quien quería que fuese el arquitecto que proyectara y ejecutara el desafío. Seis semanas más tarde, Richard Meier había diseñado el anteproyecto que su comitente estaba buscando. Un museo de poco más de 900m2, que se relacionaba con su contexto inmediato y parecía ajustarse exactamente a las necesidades.El museo se encuentra ubicado sobre la avenida Lichtentaler Allee, en la ciudad de Baden-Baden, al sudoeste de Alemania. Esta ciudad-balneario que emerge en medio de la selva negra alemana se destaca por características no tan propias de la Alemania tradicional. Careciendo de la tosquedad y bruteza teutona, Baden-Baden deja verse como una apacible y tranquila ciudad. La misma se ha convertido en espacio de descanso y relax, así como reconocida por sus centros de salud y tratamiento corporal. Pero su aspecto más relevante es la selecta y distinguida vida cultural que ofrece, muy a pesar de ser una zona de proporciones reducidas. Sus museos, teatros, casino, hipódromo, y centros de exposiciones, hacen de este lugar algo único. Inclusive alberga el teatro más grande del país. El reflejo de la importancia por la estética y el cuidado puede verse a simple vista en sus calles y plazas cuidadas a la perfección, lo mismo que en sus tiendas de alto nivel.

Richard Meier define su propia obra como “una joya en el parque”, y es quizás la mejor síntesis posible. Tanto el propio arquitecto, como el hombre quien se lo encargo quedaron más que satisfechos con el producto final. Con el sello distintivo del arquitecto norteamericano, este museo logra la armonía tanto con el parque que lo rodea, como también con el museo que se ubica al lado suyo. En primera instancia, Meier debía responder a la relación que el nuevo museo tendría con el antiguo Kunsthalle, una galería estatal de arte de estilo neoclásico. Su respuesta fue tan simple como contundente. Ubicaría el nuevo museo a un lado del ya preexistente. Haría que la altura no superara la de su vecino, y trabajaría con el mismo color que el del Kunsthalle. Como si fuera poco, esto mismo encajaba con el pensamiento del arquitecto, un defensor y amante del purismo y el blanco como color representativo en la gran mayoría de sus obras. Todas estas decisiones respaldaban su concepto de no opacar al museo que ya era un hito en la ciudad. Por el contrario, su idea era que ambos cuerpos pudiesen complementarse y nutrirse uno al otro. Y para fortalecer esta coherencia, proyecto un puente transparente que los comunicaría. Decisión que las autoridades alemanas destacaron como “un ejemplo de interacción entre un emprendimiento público y uno privado, comprometidos con el arte”. El segundo desafío era determinar la imagen que el museo tendría, y su vínculo con el parque circundante. Meier respondió con un edificio que se anida armónicamente entre los majestuosos árboles del parque. Caminos ya existentes y otros nuevos que el creo, hacen que acceder a él sea algo casi natural. El museo es simple en sus líneas, geometría, y de modesta escala. Sin embargo, su imagen final parece un cuadro en sí mismo. Mediante el manejo de elementos, crea una composición con fondo y figura. Utiliza la luz natural, los reflejos, colores, y texturas como materiales constructivos. Y genera la sensación de que cada una de sus partes tiene su razón de ser; y que, como decía Alberti, nada podría ser agregado o sustraído del edificio sin que éste viere afectada su armonía.

Espacios
El edificio termina de descubrirse una vez dentro. Aquí pareciera tener efecto cada una de las decisiones tomadas a la hora de proyectar. Todo se encuentra en su ángulo preciso. Los paneles vidriados se superponen con los de aluminio blanco. Las rampas zigzaguean sutilmente a través del lobby. Las pinturas expuestas parecen majestuosas ante el reflejo de la luz. Las dos grandes salas de exposiciones están diseñadas para permitir el ingreso de luz desde los costados y por arriba. Parasoles horizontales regulan parte de las fachadas y a la vez juegan con las transparencias. Una sucesión de claraboyas inunda de luz la planta superior. Todo esto hace que el visitante nunca pierda conciencia del parque a su alrededor y disfrute de las irregularidades verdes que lo rodean, como si estuviesen allí colocadas rigurosamente. A la vez, dos espejos de agua dispuestos sobre el lado Sur y el lado Este exaltan esta relación con la naturaleza, la cual es la verdadera protagonista de esta obra. Inclusive las rampas de circulación que comunican cada una de los tres niveles hacen que el espectador este siempre acompañado por el verde, desde las lomadas de la planta baja, hasta las copas de los árboles que se ven desde el piso superior.

Estructura
La claridad y simpleza estructural de los edificios de Meier ha sido una constante a lo largo de toda su trayectoria. Dada la resolución de sus plantas, la estructura es un elemento compositivo más, así como lo son las circulaciones, el cerramiento, y la materialidad. En la planta del Museo Burda, de carácter casi rectangular, una vez más la estructura cumple un rol secundario. Si bien el arquitecto reconoce su necesidad, la disimula dentro del conjunto, sin renegar de ella, pero tampoco exponiéndola en su totalidad. Separándola del cerramiento exterior, hace que esta quede semi-oculta detrás de las placas blancas de aluminio o de los parasoles. En este caso la estructura se resuelve por medio de columnas de sección circular, ubicadas a lo largo y ancho de la planta de forma modular. Mediante una clara retícula, Meier dispone las columnas únicamente donde son necesarias, y genera una planta lo más libre posible, sosteniendo nuevamente la búsqueda por el mayor ingreso de luz natural.

Materiales
Al ser consultado por la utilización del color blanco en todas sus obras casi de manera obsesiva, Meier contesto con la sencillez que envuelve su pensamiento: “El blanco es todos los colores”. Esta coherencia entre su visión y la ejecución de sus acciones ha signado toda su carrera y lo ha llevado a ser el arquitecto más joven en obtener el premio Pritzker. Podríamos creer que es simplemente un capricho del arquitecto, sin embargo al justificar su accionar en este proyecto, Meier adujo “El blanco eleva nuestra percepción de los colores de la naturaleza: la blancura permite percibir las ideas de mi arquitectura y ver la relación entre opacidad y transparencia, la diferencia entre elementos planos y lineales, y clarifica las ideas entre la piel del edificio y su interior”. Con estos conceptos, no debería extrañarnos que Meier vuelva a utilizar los materiales que tanto lo identifican. Las placas blancas rectangulares de aluminio conforman las partes cerradas de la fachada (los planos abstractos), mientras que el resto está cubierto por los paños de vidrio (aberturas). Clara evidencia de que la luz es su material constructivo más versátil y favorito. Las porciones traslucidas en el museo son de gran tamaño, como una segunda piel que envuelve al edificio. Los paños vidriados no solo permiten el ingreso de la luz natural, sino que también reflejan los árboles y el museo preexistente junto a él. Pero para evitar que las piezas de arte en su interior se dañen, así como que los visitantes se vean abrumados por tanta luz, utiliza parasoles metálicos horizontales, que regulan el ingreso de luz, y hacen que a cada hora del día el museo luzca distinto. En su interior, el museo tiene suelos de alisado de cemento y madera oscura. Los muros interiores también son blancos, para que en ellos se refleje la luz e inclusive las sombras.




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