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miércoles, 30 de septiembre de 2009

Auditorio Kursaal

El Palacio de Congresos y Auditorio Kursaal es un complejo arquitectónico constituido de un gran auditorio, una gran sala de cámara, salas polivalentes y salas de exposiciones proyectado por Rafael Moneo y situado en San Sebastián (País Vasco, España). Se inauguró en 1999, y es, desde entonces, la sede principal del Festival de Cine de San Sebastián. El término Kursaal proviene de las palabras alemanas Kur (cura) y Saal (sala, salón) y significa por tanto etimológicamente sala de curas. Un Kursaal o Kurhaus era un elemento arquitectónico típico de los balnearios decimonónicos centroeuropeos. Por su función se trataba de un edificio multiusos. El edificio incluía generalmente un suntuoso hall de entrada, salón de baile, sala de teatros, salas de conciertos, salas de juegos y restaurantes. En los balnearios el Kursaal se convertía en el edificio más importante y representativo del mismo y en el centro de su vida social. El nombre Kursaal pasó a utilizarse para edificios con funciones similares en los lugares de veraneo de toda la costa europea, yendo usualmente unidos a los casinos de juegos. El nombre Kursaal se utilizó principalmente en Alemania, Bélgica y los Países Bajos; mientras que en Francia este tipo de edificios se denominaban Casino.

El Gran Kursaal Marítimo de San Sebastián o Gran Kursaal a secas fue un suntuso palacio inaugurado en 1921, en la tradición de los kursaales o casinos europeos. El palacio se situó frente a la playa de Gros y junto a la desembocadura del río Urumea) en terrenos ganados al mar. Los promotores de la construcción tuvieron que construir entre otras obras un puente para unir el Kursaal con el centro de la ciudad. Este nuevo puente, oficialmente puente de la Zurriola, pero conocido popularmenente como puente del Kursaal se convirtió en una de las estampas más típicas de la ciudad por sus farolas con cuerpo esférico y una enorme linterna superior con la misma forma. El Gran Kursaal incorporaba un casino de juego, un restaurante, salas de cine y diversas salas complementarias, así como un teatro con capacidad para 859 espectadores. El edificio sufrió numerosas vicisitudes durante sus 50 años de historia, especialmente debido a la prohibición del juego durante muchos años, por lo que se tuvo que dedicar a actividades menos lucrativas que las que se habían previsto inicialmente como el teatro, cine, etc. Al ser un edificio de titularidad privada sus propietarios trataron de rentabilizar el privilegiado solar donde se ubicaba y en la década de los años 60 se iniciaron proyectos para derribar el edificio y construir otro edificio dedicado a otros fines; a pesar de que para entonces el Gran Kursaal era ya uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad. Se convocó un concurso público de proyectos y se aprobó un primer proyecto en 1965, pero debido a la dificultad de construcción del mismo, se optó por desecharlo. Un nuevo proyecto fue presentado en 1972 y entonces sí se llevó a cabo el cierre y derribo del edificio. Era el año 1973. Con el derribo del Gran Kursaal en 1973, quedó libre un solar que se dio en llamar Solar K. Resultó especialmente llamativa la ausencia de cualquier tipo de estructura arquitectónica o de adecuación de un espacio situado en un lugar tan privilegiado de la ciudad durante más de 20 años.

Tras la corrección de ciertos aspectos del proyecto de 1972 que no agradaron a los organismos municipales de San Sebastián, se comenzó la construcción del edificio en 1975. Sin embargo, las obras se paralizaron por un tiempo tras la construcción del muro perimetral y de la cimentación. Durante dicho intervalo de tiempo, el solar pasó de manos privadas (privado era también el Gran Kursaal) a manos públicas, con lo que se constituyó un consorcio integrado por distintas instituciones públicas comprometidas con la construcción de un nuevo edificio y la financiación del mismo. Aparcado el proyecto de 1972, y centrado el Ayuntamiento de San Sebastián en la posibilidad de construir un gran auditorio en el Solar K, en 1989 se convocó una consulta técnica a la que se invitó a seis arquitectos de nivel internacional: Mario Botta, Norman Foster, Arata Isozaki, Rafael Moneo, Juan Navarro Baldeweg y Luis Peña Ganchegi. De los seis proyectos presentados se eligió el del arquitecto navarro Rafael Moneo (cuyo lema era "Dos Rocas Varadas") por "el acierto en la consideración del solar K como un accidente geográfico en la desembocadura del río Urumea, por la liberación de espacios públicos como plataformas abiertas al mar y especialmente por la rotundidad, valentía y originalidad de la propuesta" como explicó la resolución del jurado.

Tras redactar el proyecto entre 1991 y 1994, en 1995 se dio la aprobación definitiva para el inicio de las obras, que se iniciaron en 1996 y que no finalizarían hasta 1999. A lo largo de las obras se produjeron ciertos problemas de financiación, sobre todo ante la negativa del Gobierno Vasco (que se encargaría del 16% del coste de la obra) de ampliar los fondos destinados a su construcción. Tras solventar estos problemas, las obras (con el derrumbe fortuito de una escalera interior incluido) finalizaron en 1999. El impacto inicial en el paisaje urbano de San Sebastián, caracterizado por su arquitectura clásica de estilo francés, resultó negativo para buena parte de los donostiarras: a la piedra arenisca típica de los edificios donostiarras y a sus formas clásicas y ornamentadas, se contraponía un edificio de líneas rectas y formas geométricas construido en cristal. La importancia del edificio, inaugurado el 23 de agosto de 1999 con un concierto de la Orquesta Sinfónica de Euskadi y Ainhoa Arteta, quedó eclipsada, asimismo, por la construcción paralela del Museo Guggenheim de Bilbao, cuyo coste fue más de dos veces superior al del Kursaal. Sin embargo, tras un período de adaptación y gracias al muy positivo impacto del edificio sobre la economía, el turismo y la vida cultural de San Sebastián, hoy la gran mayoría de los donostiarras aprecia el edificio y respalda plenamente su construcción.

Está constituido, principalmente, de dos grandes volúmenes prismáticos que emergen de una plataforma. Cada "cubo", como popularmente se les llama, está formado por un prisma interior de obra de fábrica que configura interiormente una sala, encerradas a su vez por una doble pared formada por paneles translúcidos de vidrio prensado sujetos a una estructura metálica que abarca también los vestíbulos y pasillos. Entre estos dos cubos se forma una gran superficie o terraza transitable con vistas hacia el mar, tanto a la Playa de la Zurriola como a la desembocadura del Urumea. En esta terraza, a dos alturas diferentes (más alta frente al "cubo" pequeño), se organizan distintos conciertos del Festival de Jazz de San Sebastián así como otras actividades como una discoteca nocturna durante las fiestas de la Semana Grande donostiarra.
  • Auditorio
    Rafael Moneo recibió el encargo inicial de diseñar un "auditorio", es decir, un recinto cuya función exclusiva fuera la de acoger conciertos sinfónicos o espectáculos similares. Para ello no era necesario sino una tramoya simplificada y reducidos hombros y chácena (partes laterales y trasera del escerario propiamente dicho). Tampoco era precisa la existencia de foso orquestal. Tras ganar el concurso, Rafael Moneo recibió la orden de transformar el "auditorio" en un "teatro con posibilidad de ofrecer ópera". Obviamente este concepto de sala es muy diferente al inicialmente previsto, pues en él, el foso orquestal, la tramoya, hombros y chácena tienen un papel fundamental. Estos requerimientos sufrieron en el proyecto definitivo las limitaciones propias de una reestructuración de la idea inicial, de forma que las posibilidades que posee la sala principal del Kursaal para ofrecer grandes montajes de opera son muy limitadas, aunque puede acoger representaciones de complejidad media. Tiene capacidad para 1800 espectadores. Está situado dentro del "cubo" grande, el más cercano al río, y es el empleado para grandes eventos. Para representaciones operísticas posee un foso, que se forma mediante descenso de la parte delantera del suelo del patio de butacas (que se puede transformar en corbata), así como un sistema de telones laterales que permiten modificar las características acústical de la sala.
  • Sala de Cámara
    Tiene capacidad para 600 espectadores y está situado en el "cubo" pequeño. Posee una tramoya de altura limitada, no permitiendo la ocultación de decorados colgados de sus barras, por lo que no se pueden realizar grandes cambios de decoración. Posee un ascensor de pianos en el escenario.
  • Salas polivalentes
    Se trata de salas empleadas para conciertos, reuniones, etc. de afluencia limitada.
  • Salas de exposiciones
    Son salas empleadas para la celebración de exposiciones.
  • Sala Kubo
    Se trata de una sala de exposiciones dependiente de la caja de ahorros Kutxa.

El edificio posee, asimismo, un restaurante regentado por Martín Berasategui, diversos comercios en sus bajos y un parking.





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lunes, 28 de septiembre de 2009

Centro Cultural de la Cooperación


No es posible describir este proyecto, sin considerar las características particulares de su promotor: el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, una Institución que estaba por cumplir 40 años y que desde sus comienzos había desarrollado una intensa actividad de promoción de nuevos valores en todos los ámbitos de la cultura, contando por lo tanto con una gran experiencia en la organización de eventos y manejo de público. Desde la convocatoria misma al concurso por invitación entre once estudios de arquitectos, el IMFC sugería un proyecto que sirviera para la difusión de esos valores, que invite a la integración y a la participación popular, capitalizando la privilegiada ubicación del proyecto sobre uno de los ejes culturales de Buenos Aires: la Avenida Corrientes, frente al teatro San Martín. Los responsables del Centro Cultural de la Cooperación fueron parte del equipo de proyecto, aportando su determinación en la búsqueda de un lenguaje contemporáneo pero austero, sugiriendo el uso de materiales nobles y duraderos, que les permitiera lograr con los menores recursos posibles, las máximas prestaciones técnicas, dada la característica no comercial del emprendimiento.

El programa de necesidades básico para el concurso, luego fue pulido y rearmado en reuniones específicas con cada uno de los departamentos en que se dividía el Centro Cultural. Allí es de donde surgió luego de intensos debates el programa definitivo, y entre otras decisiones, la de crear salas de teatro multifunción, o la duda sobre nuestra idea de integrar en la planta baja cuatro actividades como librería, varieté, cafetería y exposiciones. Esto promovió la solución de crear para ciertos espectáculos, un sistema de paredes móviles, que permiten separar la varieté de las otras actividades. Fue un proceso difícil donde hubo que alcanzar acuerdos entre muy distintas posiciones: técnicas, de funcionamiento, económicas y de diseño, sin embargo, el respeto demostrado por ellos sobre las decisiones de proyecto y nuestra obsesión por interpretar el solidario espíritu de participación popular de los hechos culturales que allí se realizarían (recordemos que el pequeño monto que se cobra en concepto de entradas se distribuye entre las compañías, que en la mayoría de los casos son cooperativas. En muchos casos el borderó surge de lo que se recolecta a la gorra) constituyeron una relación hasta ahora inédita en nuestra carrera profesional. La complejidad del proyecto para el Centro Cultural de la Cooperación, giraba alrededor de tres polos básicos:

a- La premisa del CCC sobre la integración e inserción urbana con la calle Corrientes.
b- La organización de un programa con mucho acceso de público y con grandes superficies de halles y foyers en un terreno angosto.
c- El lenguaje expresivo de “la caja” resultante del código, con el agregado de que no teníamos suficiente FOT para llegar a la altura máxima de la Avenida Corrientes.

La idea para la organización del programa consistió en agrupar las actividades públicas culturales en la parte baja del edificio, desde el 2do subsuelo hasta el 4to piso, el sector privado administrativo, de dirección, estación de radio y personal del CC en la parte superior y los sectores de máquinas y apoyo técnico en los extremos del mismo, es decir en el 8vo piso y el 3er subsuelo. Esta idea de organización se envasa en un edificio de volumen compacto, con un “gran atrio”, una “puerta” a escala urbana, que se abre sobre la calle Corrientes y pretende integrar esos sectores públicos como parte de su espacio urbano. En ese espacio se desarrolla toda la estructura circulatoria peatonal de halles y foyeres del edificio. En él se vive la dinámica de la gente moviéndose de un evento a otro, emparentándose con la dinámica de la calle Corrientes. Las barandas de escaleras y foyeres se resolvieron con vidrios serigrafiados para reforzar ese objetivo de transparencia e integración con la calle. Por esta puerta de 16 metros de altura se accede a través de la planta baja al “medio” de las actividades públicas, a lo que llamamos Plaza Cultural, un espacio de doble altura en el basamento del edificio, con el acceso institucional, la librería, la cafetería, la sala de exposiciones y el teatro varieté para 120 personas. Este espacio articula las diferentes actividades culturales: hacia abajo, la sala principal y hacia arriba, sala de cámara, talleres, aulas y biblioteca. La sala principal, en el subsuelo, y la de cámara, en el primer piso, están resueltas como salas multifunción las cuales, a diferencia de los teatros a la italiana, permiten puestas con diferentes tipos de organización de escenario / público, para esto se diseñaron plateas móviles y telescópicas. La velocidad en que se debían hacer cambios en las puestas, (hasta tres un mismo día) obligó a diseñar sistemas de guardado, de movimiento de paquetes de tribunas, y de encastres de barandas para optimizar los mismos. La condición de no tener una escena fija complejizó las soluciones acústicas, de iluminación y maquinaria escénica, de apoyos técnicos de parrilla, etc., obligándonos a “universalizar” las soluciones para dotar de adecuados elementos técnicos a cada diferente puesta en escena. Es por eso que los puentes desde donde se provee la iluminación, el sonido y la maquinaria escénica ocupan toda la superficie de la sala. A diferencia de los teatros convencionales donde se tratan de ocultar los elementos técnicos para recrear la “magia” del teatro, aquí estos se desnudan, se expresan y se ponen a disposición del director para que él tome la decisión final.

Este tipo de sala multifunción requiere también una mayor complejidad de sistemas de iluminación dimerizada, que permita asistir a la escena, (donde esta se encuentre) con una mayor demanda de carga lumínica, o a donde el director del espectáculo lo requiera, para el mismo fin se diseñaron cortinas acústicas motorizadas, equipamiento escénico con motores de izaje desplazables, y una red de cajas de piso para conectar en el lugar mas conveniente a la puesta, las consolas de iluminación y sonido. Una piel de hormigón visto sin pintar, carpinterías y vidrio gris en el mismo plano, sintetizan el lenguaje de la caja, por un lado y permite destacar sus accidentes, el atrio en la parte baja y la estructura transparente del remate por el otro. En el mismo plano de la línea municipal, una estructura con la cartelera identificatoria del centro Cultural, funciona como marquesina y como cierre nocturno. Con respecto al volumen edificado, la superficie total del edificio no permitía alcanzar la altura máxima de la Av. Corrientes, 38 m. Por esa razón se proyectó la biblioteca de doble altura y se escalonaron en el frente y contrafrente los niveles del 7° y 8° pisos. Sin embargo, en ambas fachadas una piel de acero y aluminio conforma la línea municipal y de retiro de frente del edificio, generando un volumen compacto de 38 m de altura hacia el exterior y jardines interiores en los pisos 7° y 8°. La piel de vidrio de la fachada está serigrafiada con textos alusivos al Centro Cultural para “filtrar” la transparencia directa desde el exterior

Aquilino Guerra, Martín Moller, Jorge Vahedzian




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miércoles, 9 de septiembre de 2009

Plástica en Vivo




Corrientes 1187, a 1 cuadra del obelísco... $20 la entrada.
Los espero!!!!!